martes, 4 de febrero de 2014
CELEBRACIÓN DIA DE LA PAZ.
Este globo que en un principio hemos visto solo, desnudo, en un cielo desolado, es ahora lo que veis. Poco a poco, entre todos, lo hemos ido llenando de colores, nubes, sol, palomitas , palabras... Y al final, entre todos, hemos conseguido que sea así de hermoso, así de alegre, así de lleno de color.
Miradlo bien, recordad cada instante, todo lo que hemos hecho, paso a paso. Así es también la paz: necesita de la colaboración de todos para que pueda crecer en nosotros y con nosotros. Ella sola no puede, necesita nuestra ayuda. La paz, como todas las cosas hermosas, es frágil. Para que exista, hace falta mucho esfuerzo, pero destruirla... Destruirla es fácil. Demasiado fácil.
Pensad en la importancia de lo invisible, lo que nuestros ojos no ven a simple vista.. Para que la paz florezca, para que el milagro suceda hay que trabajarlo todos los días , cuidarlo. Y esa es nuestra labor, un día, y otro día: todos los días. Ayudando a los demás, compartiendo lo que tenemos y soñando juntos lo que no tenemos, siendo amigos, escuchando, sonriendo, llorando , hablando, intentando solucionar los problemas con las palabras, conociéndonos mejor a nosotros mismos para entender mejor a los demás.....
Y para que la paz siga floreciendo, tenemos que aprender a alimentar nuestro interior, y que nuestros deseos vuelen tan alto como este globo del mural. Ahí es donde reside el triunfo de la paz y el amor......... trabajando juntos.
domingo, 26 de enero de 2014
EL VALOR DE LAS PALABRAS.
Cuenta la historia que en cierta ocasión, un sabio maestro se dirigía a su atento auditorio dando valiosas lecciones sobre el poder sagrado de la palabra, y el influjo que ella ejerce en nuestra vida y la de los demás.
- "Lo que usted dice no tiene ningún valor"- lo interpelo un señor que se encontraba en el auditorio.
El maestro le escucho con mucha atención y tan pronto termino la frase, le grito con fuerza:
- "¡¡Cállate y siéntate!!".
Ante el asombro de la gente, el aludido se lleno de furia, soltó varias imprecaciones y, cuando estaba fuera de sí, el maestro alzo la voz y le dijo:
- "Perdone caballero, le he ofendido y le pido perdón; acepte mis sinceras excusas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo".
El señor se calmo y le dijo al maestro:
- "Le entiendo, y también pido disculpas y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear, sino para mirar otras opciones".
El maestro le sonrió y le dijo:
- "Perdone usted que haya sido de esta manera, pero así hemos visto todos del modo más claro, el gran poder de las palabras, con unas pocas palabras le exalte y con otras pocas le calme".
Las palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente. . .
Las palabras curan o hieren a una persona. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio. (Puedo entender porque...)
Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino.
Medita sabiamente para saber cuándo y cómo hay que comunicarse y cuando el silencio es el mejor regalo para ti y para los que amas.
Eres sabio si sabes cuándo hablar y cuando callar.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado o resentido, y habla solo cuando estés en paz.
Recuerda que las palabras tienen poder y que el viento nunca se las lleva.
Las palabras encierran una energía que bien puede ser positiva o negativa.
Recuerda: "Una cometa se puede recoger después de echarla a volar, pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de nuestra boca"
domingo, 12 de enero de 2014
LA TRADICIÓN DE COMER LAS DOCE UVAS EN NOCHEVIEJA.
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El origen de comer 12 uvas al son de las campanadas de Nochevieja se remonta, según la teoría más extendida, a 1909. Al parecer aquel año existió gran excedente de uva de gran calidad y los viticultores españoles (se cree que concretamente fueron los de la zona de Elche) optaron por repartir parte de la cosecha sobrante entre la población. La idea de que cada persona comiese una uva al compás de cada campanada surgió aquel año como un acto eventual, pero curiosamente ha acabado convirtiéndose en una sólida tradición. Hoy en día, se acostumbra a comer las doce uvas por cada campanada en países como España, Perú, Venezuela y México, aunque en el país azteca se sirven normalmente en una copa de sidra. Otros países tienen sus propios ritos para comenzar el año nuevo. Así, en Honduras y Ecuador las familias crean un muñeco –en ocasiones relleno de fuegos artificiales- al que prenden fuego a medianoche del día 31 para simbolizar que dejan atrás el año recién terminado y reciben al nuevo con energía renovada. Los italianos llaman “Notte di Capodanno” a la última noche del año e incluyen un plato de lentejas en su cena para desear un próspero año nuevo. Una tradición alemana que venera a San Silvestre estipula que se dejen los restos de la cena sobre la mesa hasta el día siguiente para asegurarse de que no falte comida en el año que comienza. En Japón, el reloj no repiquetea 12 veces a medianoche sino que lo hace 108 veces y cada una de ellas corresponde a la desaparición de un mal.
ASAMBLEA EN LA CARPINTERIA.
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea.
Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.
El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo acepto su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera para algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija.
Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En esto entro el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo.
Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.
Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
-"Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”.
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de su fortaleza y de trabajar juntos.
Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán.
Cuando en una empresa el personal busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.
Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo. Pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar los éxitos humanos.
Cuento de Mamerto Menapace
lunes, 18 de noviembre de 2013
¿ ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y lo difíciles que le resultaban las cosas. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo:
- "Querida, ¿qué ves?"
-"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó:
"¿Qué significa ésto, padre?"
El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
"- ¿Cuál eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
Y tú, ¿cual de los tres eres?
lunes, 11 de noviembre de 2013
LA FABULA DEL PUERCO ESPÍN.
Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.
Los puerco espín dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.
De esa forma pudieron sobrevivir.
Moraleja de la historia
La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.
domingo, 3 de noviembre de 2013
EL PAQUETE DE GALLETAS.
Aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora. La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo. Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera. Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.
Imprevistamente, la señora observó cómo aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente. La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos. Como respuesta, el joven tomó otra
galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió. La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y, con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete sólo quedaba la última galleta.
"- No podrá ser tan descarado", pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas.
Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad. Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.
"¡Gracias!" - dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.
"De nada" - contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.
Entonces el tren anunció su partida...
La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó:"¡Qué insolente, qué mal educado, qué será de nuestro mundo!".
Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas intacto
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