viernes, 29 de octubre de 2010

UN VIEJO INDIO.


Un viejo indio hablando con su nieto le decía:

" Me siento como si hubiera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los lobos es un lobo enojado,violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión".
El nieto preguntó:

-Abuelo, ¿ dime cual de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón ?
El abuelo contestó:

" Aquel que yo alimente.".

martes, 26 de octubre de 2010

LOS LIBROS NO SE COMEN, PERO ALIMENTAN


Descartada la vía de ingestión bucal (y por tanto, la masticación e insalivación), es importante pensar en el poder alimenticio que los libros tienen para fecundarnos interiormente. A través de su lectura: nos asomamos a otras vidas, exploramos caminos desconocidos, entablamos conversación y coincidimos o discrepamos con los personajes más extraños, más honestos, más detestables… Viajamos a países alejados, remotos, de los que nunca habíamos oído hablar; podemos sonreír o llorar, preocuparnos hasta el extremo, alegrarnos como niños; sentir hambre o frío, conocer la soledad de primera mano o recuperar el valor de la amistad; podemos asociarnos para conseguir un propósito difícil de alcanzar o aislarnos para purificar nuestros pensamientos y encontrarnos con nosotros mismos. La lectura es la manera que tenemos de iniciar la digestión de cada libro que cae en nuestras manos, que nos interesa; luego, la historia que vamos leyendo irá interactuando con nuestra capacidad de comprensión, con nuestra sensibilidad, con nuestro bagaje cultural, con nuestras perspectivas de vida, con el momento que estemos viviendo cuando se produce la lectura… Y todo junto, hará posible una feliz digestión y posibilitará que el libro se convierta, realmente, en alimento para nuestra imaginación, para nuestros sentimientos, para nuestra capacidad de pensar, para hacer temblar nuestros afectos…

lunes, 25 de octubre de 2010

El cuerpo humano.

Observa y aprende con este vídeo.

CORAZONES HACIA EL DESIERTO.


Vamos a votar la fotografía para nuestro club.

domingo, 24 de octubre de 2010

CÓMO SE ABRIÓ EL SENDERO.


Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.
Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, lider de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.
Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.

viernes, 15 de octubre de 2010

EL VALOR DE UNA SONRISA


No cuesta nada, pero crea mucho.
Enriquece a quienes reciben, sin empobrecer a quienes dan.
Ocurre en un abrir y cerrar de ojos, y su recuerdo dura a veces para siempre.
Nadie es tan rico que pueda pasarse sin ella, y nadie tan pobre que no pueda enriquecer por sus
beneficios. Crea la felicidad en el hogar, alienta la buena voluntad en los negocios y es la contraseña de
los amigos.
Es descanso para los fatigados, luz para los decepcionados, sol para los tristes, y el mejor antídoto contra
las preocupaciones.
Pero no puede ser comprada, pedida, prestada o robada, porque es algo que no rinde beneficio a nadie a
menos que sea brindada espontánea y gratuitamente.
Y si en la extraordinaria afluencia de último momento de las compras de Navidad alguno de nuestros vendedores
está demasiado cansado para darle una sonrisa, ¿podemos pedirle que nos deje usted una sonrisa
suya?
Porque nadie necesita tanto una sonrisa como aquel a quien no le queda ninguna que dar.

sábado, 9 de octubre de 2010

EL CONEJO Y EL PERRO.


Un señor le compró un conejo a sus hijos. Los hijos del vecino, le pidieron una mascota al padre. El hombre compró un cachorro de pastor alemán.

El vecino exclamó:

- Pero él se comerá a mi conejo!

- De ninguna manera, mi pastor es cachorro.

Crecerán juntos, serán amigos. Yo entiendo mucho de animales. No habrá problemas. Y, parece que el dueño del perro tenía razón. Juntos crecieron y amigos se hicieron. Era normal ver al conejo en el patio del perro y al revés. Los niños, felices observaban cómo ambos vivían en armonía.

Un viernes el dueño del conejo fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia. El domingo, a la tardecita, el dueño del perro y su familia tomaban una merienda, cuando entra el pastor alemán a la cocina. Traía al conejo entre los dientes, sucio de sangre y tierra... muerto. Casi mataron al perro de tanto agredirlo.

Decía el hombre: - El vecino tenía razón, ¿y ahora?

La primera reacción fue pegarle al perro, echar el animal como castigo. En unas horas los vecinos iban a llegar. - ¿Qué hacemos? Todos se miraban. El perro, llorando afuera, lamía sus heridas.

- ¿Pensaron en los niños y en su dolor?

No se sabe exactamente de quien fue la idea, pero dijeron:

- Vamos a bañar al conejo, dejarlo bien limpio, después lo secamos con el secador y lo ponemos en su casita en el patio. Como el conejo no estaba en muy mal estado, así lo hicieron. Hasta perfume le pusieron al animalito. Quedó bonito, "parecía vivo", decían las niños.

Y allá lo pusieron, con las piernitas cruzadas, como si estuviese durmiendo. Luego al llegar los vecinos se sintieron los gritos de los niños. ¡Lo descubrieron! No pasaron ni cinco minutos que el dueño del conejo vino a tocar a la puerta. Blanco, asustado.

Parecía que había visto un fantasma. - ¿Qué pasó? ¿Qué cara es esa? - El conejo... el conejo... -¿El conejo qué? ¿Qué tiene el conejo? - ¡Murió! - ¿Murió? - ¡Murió el viernes! - ¿El viernes? - ¡Fue, antes de que viajáramos, los niños lo enterraron en el fondo del patio!

La historia termina aquí. Lo que ocurrió después no importa. Ni nadie lo sabe. El gran personaje de esta historia es el perro. Imagínense al pobrecito, desde el viernes, buscando en vano por su amigo de la infancia.

Después de mucho olfatear, descubrió el cuerpo enterrado. ¿Qué hace él? Probablemente con el corazón partido, desentierra al amigo y va a mostrárselo a sus dueños, imaginando poder resucitarlo. El hombre tiene la tendencia a juzgar anticipadamente los acontecimientos sin verificar lo que ocurrió realmente.

¿Cuántas veces sacamos conclusiones equivocadas de las situaciones y nos creemos dueños de la verdad?

La irrefrenable tendencia del ser humano a juzgar las acciones de los demás debería ser sometida al propio juicio de quien las ejercita.

Decimos "esto está bien" ó "esto está mal" ó esto es bello" ó "esto es feo" sin advertir que todas ellas son sentencias de carácter puramente subjetivo y que sólo responden a nuestra apreciación de la realidad.

Si en lugar de decretar absolutamente que "esto está bien" dijéramos "esto, para mí, está bien", y en lugar de decir "esto es lindo" dijéramos "esto me gusta" estaríamos mostrando una actitud más abierta y admitiendo que esa es nuestra visión de la realidad reconociéndole a los demás el derecho de tener la suya propia, tan válida como la nuestra.

Tener una mente abierta dispuesta a aceptar opiniones diferentes a las nuestras es sin duda, positivo y enriquecedor.

Porque muchas veces nos permiten detectar nuestros errores y corregirlos. Y esto se traduce en un mejoramiento de nuestra persona.

Pensemos bien antes de juzgar las acciones de los demás y de emitir juicios sobre las cosas. Pero no dudemos en someter a un severo juicio a nuestros propios pensamientos y actitudes, que nos sirva para depurar todo lo negativo que hay en nosotros.

sábado, 2 de octubre de 2010

LOS DIENTES DEL SULTÁN.


"Las Mil y una noches" (literatura popular árabe)
"Los dientes del Sultán"

En un país muy lejano, al oriente del gran desierto vivía un viejo Sultán, dueño de una inmensa fortuna.
El Sultán era un hombre muy temperamental además de supersticioso. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia mi Señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- ¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos, por ser un pájaro de mal agüero. Más tarde, ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirá a todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer Sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a vos os premia con cien monedas de oro.
- Recuerda bien amigo mío --respondió el segundo Sabio-- que todo depende de la forma en que se dicen las cosas... La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la enchapamos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado...
- No olvides mi querido amigo --continuó el sabio-- que puedes comunicar una misma verdad de dos formas: la pesimista que sólo recalcará el lado negativo de esa verdad; o la optimista, que sabrá encontrarle siempre el lado positivo a la misma verdad".
Dice el libro de los Proverbios: "Las palabras del hombre son aguas profundas, río que corre, pozo de sabiduría... Con sus labios, el necio se mete en líos; con sus palabras precipitadas se busca buenos azotes... Cada uno comerá hasta el cansancio del fruto de sus palabras. La vida y la muerte dependen de la lengua; los que hablan mucho sufrirán las consecuencias". Prov 18,4.20-21.- Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.