sábado, 11 de febrero de 2012

LOS LIBROS NO SE COMEN,PERO ALIMENTAN


Descartada la vía de ingestión bucal (y por tanto, la masticación e insalivación), es importante pensar en el poder alimenticio que los libros tienen para fecundarnos interiormente. A través de su lectura: nos asomamos a otras vidas, exploramos caminos desconocidos, entablamos conversación y coincidimos o discrepamos con los personajes más extraños, más honestos, más detestables… Viajamos a países alejados, remotos, de los que nunca habíamos oído hablar; podemos sonreír o llorar, preocuparnos hasta el extremo, alegrarnos como niños; sentir hambre o frío, conocer la soledad de primera mano o recuperar el valor de la amistad; podemos asociarnos para conseguir un propósito difícil de alcanzar o aislarnos para purificar nuestros pensamientos y encontrarnos con nosotros mismos. La lectura es la manera que tenemos de iniciar la digestión de cada libro que cae en nuestras manos, que nos interesa; luego, la historia que vamos leyendo irá interactuando con nuestra capacidad de comprensión, con nuestra sensibilidad, con nuestro bagaje cultural, con nuestras perspectivas de vida, con el momento que estemos viviendo cuando se produce la lectura… Y todo junto, hará posible una feliz digestión y posibilitará que el libro se convierta, realmente, en alimento para nuestra imaginación, para nuestros sentimientos, para nuestra capacidad de pensar, para hacer temblar nuestros afectos…

sábado, 4 de febrero de 2012

FABULA DEL PUERCOESPÍN.


Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.

Los puerco espín dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.

Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.

De esa forma pudieron sobrevivir.

Moraleja de la historia

La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.